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EN EL RING DE LA REINSERCIÓN

Cleto Reyes colabora de manera estrecha con el programa social Prison Art, a través de sus colecciones de guantes y costales tatuados

La noche del pasado lunes, en medio de un ambiente cálido, Prison Art, en colaboración con Cleto Reyes inauguró su nueva galería, ubicada en Horacio 214, colonia Polanco.


Jorge Cueto en compañía de Elizabeth Reyes, CEO de Cleto Reyes, así como de sus hermanos Magdalena y Alberto Reyes y amigos de la prensa.
El lugar, que está en esquina, fue distribuido con buen gusto, donde se exhiben los trabajos de tatuajes de las personas privadas de su libertad y quienes ya compurgaron su pena, a las que Prison Art les da empleo, como una forma de apoyarlos.


Labor social que Cleto Reyes apoya, al hacer colaboraciones de guantes y costales tatuados de colección.
“En Cleto Reyes tenemos nuestros programas sociales que están encaminados al apoyo a peleadores, pero el programa de Jorge Cueto nos encantó y por eso hemos trabajado en conjunto tres colecciones de guantes y una de costales. Ayudar en la reinserción de las personas nos motiva a sumarnos a estos proyectos tan humanos”, comentó Elizabeth Reyes.


Francisco Chacón, gerente de Prision Art, explicó que el concepto nació a través de una amarga experiencia de Jorge Cueto, donde se dio cuenta que las personas privadas de su libertad, en la gran mayoría de las ocasiones sufren el abandono de sus familias y cuando salen, es muy complicado que les den trabajo.


“Entonces, al estar en libertad y no tener opciones buscan a las personas que conocieron en prisión y vuelven a caer en lo mismo, en ese círculo vicioso”.
Comentó que, para romper ese círculo, ellos ayudan a los artesanos tatuadores, dándoles trabajo, ya sea que sigan en prisión o ya en libertad. Donde ahora tatúan guantes y costales de Cleto Reyes, además de otros artículos como cartera, bolsas: ““Ellos transforman sus tatuajes en obras de arte que se venden en México y el extranjero”.


PROCESO DE SELECCIÓN
Obviamente, el programa tiene un proceso de selección, donde los tatuadores no deben pertenecer a pandillas, ni consumir drogas o alcohol; además de no haber cometido delitos de alto impacto.
“Se trata de un programa de reinserción social, con personas que requieren de ese apoyo tanto dentro como fuera de un penal”, comenta Francisco Chacón.


Un ejemplo de trabajo del programa es Rodrigo, quien pasó cinco años en una cárcel, donde no sólo aprendió a tatuar, sino a hacer su propia máquina tatuadora: “La mía tiene nueve años conmigo, la hice en presión con un motor de DVD, una cuchara, una pluma, donde metía la aguja y la lleno de tinta y una bobina para que resista la luz”.


“Prison Art, me cambió la vida porque al quedar en libertad y tener un empleo, debido a que desgraciadamente cuando sales, lo haces con etiquetas y no todos te dan trabajo, entonces, aquí tenemos la oportunidad de tener un sueldo para sostener a la familia y lo mejor, seguimos desarrollando nuestro talento”.

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